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Historias y Leyendas de la Serranía de Ronda


 
Fecha Título Autor
12-9-01 El Gallo y el Cabrero Rafael Flores
8-9-01 El Duende de los Guerra Andrés Rodríguez - Rafael Flores
6-9-01 El Cura de Monda Rafael Flores
6-9-01 Los extraños fenómenos de Lifa y Majada Vieja Rafael Flores
31-8-01 El Moro Tuerto Andrés Rodríguez - Rafael Flores
6-10-01 La Leyenda del Tesoro de Pompeyo Rafael Flores - Andrés Rodríguez

El Moro Tuerto

Cuando los cristianos llegaron a las sierras de Tolox,  expulsaron a los moros hacía Granada, pero uno debio quedar uno escondido entre los abundantes tajos y cuevas.

De cuando en cuando los pastores que criaban ganado por la Cañada de Las Carnicerías echaban de menos algún cordero o chivito y apreciaban como les desaparecian algunas hortalizas de los huertos del río Alfaguara. Después de una nevada intensa observaron unas huellas de pies desnudos que penetraban en una cueva en el fondo de un barranco. La desnudez de los pies, el tamaño de la huella  y la fantasía de los lugareños fue sufiente para considerar que se trataba de una especie de monstruo que les robaba los ganados.

Después de un día entero de vigilancia, se vio un hombre desnudo cubierto de vellos que salía a beber en el arroyo cercano. Al día siguiente se rodeó la zona por numerosos lugareños que comenzaron a arrojar piedras de gran tamaño y troncos encendidos hacia la boca de la cueva, de pronto vieron salir a un hombre peludo que daba grandes saltos y corría como loco por los pedregales, este hombre estaba como salvaje, sólo a estacazos y después de muchos esfuerzos, se consiguió arrinconarlo y pudieron atraparlo.

Comprobaron que era un moro tuerto de un ojo; como no entendían su idioma y creyendo que era un endemoniado lo llevaron preso a la carcel de Málaga donde se perdio el rastro y nunca más se supo de él.

 Según Juan Codes, siendo él niño, en las tertulias de las noches guardando el ganado en la sierra le contaban esta y otras historias y cuando él preguntaba como aquel hombre descalzo era capaz de correr por aquellos montes sin que le destrozaran las aulagas los pies, un pastor ya viejo le decía con una gracia que aun hace sonreír al amigo Juan, que el moro tenía unos  “callos como dos deos de gordos”.

Andrés Rodríguez y Rafa Flores

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El Cura de Monda

 La historia real que a continuación relatamos, se produce durante el año 1950 en las cercanías del pueblo de Monda, cuando su cura o parroquio, que asi  se le llamaban a los sacerdotes por estos lares, decide, movido por su gran afición a las piedras minerales, internarse en la sierra en busca de tan preciadas piezas.

 El retratista del pueblo le indica los lugares más apropiados para recolectar las piedras, para ello lo lleva en su moto hasta puerto Verde, que entonces era donde terminaba el carril y le dice que vendrá a recogerlo por la tarde antes de que anochezca, el parroquio que tenía cerca de setenta años se entusiasma ante tanta materia prima y pierde la noción del tiempo, cuando viene a darse cuenta la noche se le ha hechado encima y aun se encuentra en las cercanías del cerro Castillejo; por estos entonces, el retratista piensa que el cura ha vuelto andando al pueblo y se va confiado en tal hecho.

 Como casi siempre suele ocurrir, cuando menos se desea, el mal tiempo se alía con las adversidades y nuestro pobre cura, que por cierto se llamaba D. Florencio, se pierde en la niebla y no da con el carril, eso sí, al menos encontró una senda de estas que se hacen para sacar el corcho y  durante un buen trecho pensó que llegaría a alguna parte; pero no, el tiempo empeoró y empezó a lloviznar, la senda de pronto desaparece y el parroquio se ve envuelto en una maraña boscosa  imposible de sortear, está en el cerro Trevejíz, sus fuerzas empiezan a flaquear y ya se ve en la peor de las circustancias, a esto que oye en la lejanía el murmullo de unos chiquillos jugando, pone a duras penas rumbo hacia este lugar, que sabemos estaba cerca del cortijo de la Sepultura, “vaya tela”, cuando se halla cerca de los niños y ya sin fuerzas, comienza a gritar con debil voz: ¡socorro!, al poco tiempo uno de los niños oye los lamentos del parroquio y va acontarselo a su padre, éste se personá en el lugar, pero con la noche ya encima no se ve nada; el cura grita ¡soy el parroquio de Monda!; el cortijero sorprendido por lo que oía, comienza a insultar con todo tipo de improperios al desgraciado cura; ademas se acuerda de que hace pocos días se escapó un loco peligroso de Igualeja y que había matado a varias personas, el acongojo de éste llega a tal extremo que decide armar a los niños con porras y les esconde en el cortijo, el parroquio mientras tanto y cada vez más debil insistía en sus rogativas; a cada hora que pasaba el cortijero mostraba más preocupación y decidió dar la cara y que pasara lo que Dios quisiera.

  Salió al exterior y pidió al presunto parroquio que encendiera un fuego para poderle ver; pero éste no atinaba a nada, asi que fue el asustado cortijero el que encendió unas aulagas e invitó al cura a dar la cara, por si acaso el garrote lo tuvo preparado, depues de un profuso intercambio de palabras el sorprendio cortijero  se froto los ojos y ya crédulo le dijo al cura que se echara a dormir junto a la puerta, éste le pidio que lo llevara hasta el carril; pero él se negó aduciendo que se tenía que levantar a las seis de la mañana y que debía descansar; unas horas despues el parroquio fue rescatado por la guardia civil, quien recriminó al hombre del cortijo su insolidaria actitud con el sexagenario y demacrado hombre de Dios.

Rafael Flores

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Los extraños fenómenos de Lifa y Majada Vieja

Sin duda alguna la zona comprendida entre el Peñón de Ronda y la Cañada de  las Animas, se encuentra sujeta a extrañas sensaciones y emociones por parte de quien visita estos lares, el que halla caminado por esta zona sabrá que me refiero a los extraños fenómenos como el “Silencio Total”; de repente vas caminando y el trinar de pajarillos y el murmullo del viento desaparece y se hace el silencio; cálido, calmado y que produce una sensación paz nunca experimentado.

Otro de las rarezas de la zona es “El doble Sol”, cuando aprieta el calor los días primaverales, aparecen dos soles en el cielo.

 “Las Higueras del Bendito” es el  sitio de mayor intensidad en cuanto a estos fenómenos, la presencia de agua es permanente, incluso las temporadas de sequía y baste recordar que todos lo lugares mágicos del mundo, están asociados al agua y a la vegetación y estos parajes son ricos en ambos casos. El pinsapar de las Animas y  el de la Caridad, son los otros sitios donde se han producido, extrañas situaciones.
 Nos contaba un amigo como le relataron este suceso real y que acontecía los días de luna llena y durante la noche en los alrededores del cortijo de Majada Vieja; parece ser que el pastor que moraba en dicho cortijo asistía perplejo, pero sin miedo, al seguimiento que le hacía la sombra de una mujer reflejada en las blancas rocas calizas, mientras vigilaba el ganado.

 También quedo anonadado, hace ya algunos años, el ranchero del cortijo de Lifa cuando durante algunas noches de luna llena observó en el cercano Ptº de Lifa, el danzar de varias personas que gritaban enloquecidas y en pelotas alrededor de candelas de fuego, aun hoy día pueden adivinarse en el suelo los restos de estas fogatas y signos de extraño y difícil descifrar.

Rafael Flores

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El Duende de los Guerra

Existe un lugar maravilloso ubicado en las caidas norte del Torrecilla en las cercanias de las cuevas del Moro, justo donde las calizas y las peridotitas se dan la mano. Es facil de llegar, hemos de tomar el carril que lleva desde el Puerto del Hombre al cruce del Puerto de Las Golondrinas, cuando lleguemos al cruce que se dirige a Río Verde tomamos el carril y antes de llegar al río a la izquierda están las ruinas del cortijo donde ocurrieron los hechos. El cortijo está en la actualidad en total ruina, en sus aledaños se conservan los bancales donde se cultivaba, hay algunos frutales y unos enormes ágaves, muy cerca, es facíl ver un maravilloso manantial de aguas cristalinas; por la riqueza en agua y la fertilidad de las tierras, la familia de los Guerra vivian desde hacía varias generaciones en este lugar.

Un día un nuevo inquilino tomó  posesión en la finca, se trataba de un duende burlón que comenzó a amargar la vida de la familia, para ello hacía todo tipo de diabluras, tiraba los platos al suelo, hacia ruidos de noche, soltaba el ganado, asustaba a los perros, así un día y otro hasta que la paciencia de los Guerra se quebró y éstos decidieron marcharse al pueblo de Tolox de donde procedian; cuando se hallaban a mitad de camino, la señora se percató de que le faltaba una sarten, “la buena”, la que no se pegaba; entonces el marido comentó: “Continuar andando despacio que yo me vuelvo a por ella”, cuando hacía ademan de regresar, oyó una voz en su oido que claramente le dijo : “No te preocupes que la sarten la llevo yo”.

En vista de ello, los Guerra decidieron permanecer en el cortijo.

Andrés Rodríguez y Rafael Flores

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Historias y Curiosidades sobre la Nava. Sierra de las Nieves. I Parte 

El Gallo y el Cabrero

Esta es una historia real acontecida hace ya muchos años y que tuvo como escenario uno de los parajes más singulares de Parauta: “La Nava”.

 Francisco Domínguez Jiménez y Juan Codes, nos contaron por separado, la historia real que les relatamos a continuación.

En una mañana de otoño del año 1.949 se encontraban José Guerra Muñoz, cabrero de Tolox y su hijo Bartolomé, en un lugar conocido como Pecho del Pantano, (Tolox). José decidió ir hacia la zona de Quejigales a recoger unas ovejas suyas que pastaban en los terrenos de un sobrino  conocido como “Rubio Pichón”; el día estaba nublado y con amenaza de lluvia. Cuando José subía por el paraje conocido como Los Oreganeros comenzó a chispear y algo más arriba, en la Fuente del Pilar, la débil lluvia se transformó en intensa nevada; la tozudez de José hizo que ni la niebla, ni la nieve, ni la fuerte ventisca le hicieran retroceder. En el alto páramo perdió uno de los alpargates de esparto que calzaba, llegando al Pto. de Los Pilones pensó que descender por la cañada del Cuerno sería más dificultoso dada la gran cantidad de nieve que se acumula en las zonas de umbría, así que comenzó a descender por la loma del Jardinejo, la bajada con la nieve hasta la cintura fue penosa, hasta tal punto que no pudo acceder al cortijo de Quejigales; con la noche encima, maltrecho, casi helado y desesperado por la situación, José empezó a vagar sin rumbo y llegó a creer que sus horas estaban contadas.

 Fue entonces cuando escuchó el canto de un gallo en la lejanía, no sabía si era una alucinación o realidad. El cabrero, siguiendo el kakareo, pudo llegar al cortijo de La Nava ya casi amaneciendo, allí fue atendido y alimentado por unos paisanos suyos que estaban haciendo carbón, entre ellos Manuel “Kilili” y una pareja de la Guardia Civil que se había refugiado de la nevada. José pasó la noche en el cortijo, al día siguiente fue llevado en bestia hasta el hospital de Ronda y posteriormente lo trasladaron a Tolox.

 José tardó dos años en volver al monte con su ganado, pero ya con sus facultades físicas mermadas, murió pocos años después.

La que hemos relato, es una de las muchas historias acaecidas en ese precioso e inigualable paraje de Parauta conocido como “La Nava”. En próximos números de la revista “La Serranía” os contaremos otras interesantes  historias de este lugar del Parque Natural Sierra de las Nieves.

(publicado en el libro “La Sierra de las Nieves, Rutas y Leyendas”  autores: Rafael Flores y Andrés Rodríguez. Editorial Miramar.).

Rafael Flores

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La Leyenda del Tesoro de Pompeyo

Son varios los pueblos  de Andalucía que se disputan ser el lugar donde ocurrió la batalla de Munda que perdió el romano Pompeyo. En Ronda, muchas personas creen que esta batalla tuvo lugar en los Llanos de Aguaya, cerca del camino de Lifa, cierto o no en esos terrenos si es verdad que existen restos romanos.

 Cuenta la leyenda que tras perder la batalla, Pompeyo buscó refugio en  una zona agreste con oquedades rocosas y grandes precipicios situada muy cerca del cortijo de la Sardina Baja, viéndose acosado escondió un gran tesoro en una cueva, según nos cuenta Francisco Domínguez, el tesoro era transportado en siete mulas que llevaban cada una cien kilos. En su recuerdo a esa zona se le denomina Tajo de Pompeyo. Desde entonces mucha gente ha buscado en vano la entrada a la cueva donde está enterrado el tesoro. Uno de ellos fue un empleado del servicio de mantenimiento de carreteras que en su afán de encontrar el tesoro no dudaba en llevarse a la brigadilla de la que era encargado a remover piedras en este tajo, sabemos que citó al dueño de la finca en el antiguo bar Flores, de Ronda, par acordar el reparto en caso de encontrarlo.

En otro de los intentos trajeron de otra población a una “sabia” para que les indicara el sitio exacto desde donde acceder a la cueva; ya en Ronda, cuando la “vidente” se enteró que debía desplazarse al campo mostró su disconformidad rotundamente pero aseguró que desde Ronda podía localizar con exactitud el sitio de la cueva; después de un período de concentración les comunicó que efectivamente, la cueva con el tesoro existía pero que estaba a quince metros de profundidad tapado con toneladas de piedras procedentes de derrumbamientos. No hemos podido enterarnos de los honorarios de la “sabia” por tan “precisos” datos.

Rafael Flores y Andrés Rodríguez. Fotografías de Rafael Flores

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